Alfred Kinsey, el hombre que escandalizó a la sociedad con sus investigaciones sobre el comportamiento sexual humano a mediados del siglo pasado, era zoólogo con especialización en entomología, la rama que estudia a los insectos.
Sus trabajos publicados sobre la conducta sexual del varón, en 1948, y la conducta sexual de la mujer, en 1953, se conocen como el Informe Kinsey, o la “bomba” Kinsey.
Este informe salió a la luz cuando Freud ya había expuesto al mundo el tema de los conflictos sexuales en la sociedad, y comenzaban a multiplicarse los estudios cuantitativos del comportamiento sexual humano.
El informe Kinsey se diferenciaba del resto en dos aspectos: la amplitud de la muestra y el interés por la exactitud de los datos.
Otro aspecto novedoso fue que dividió en niveles la tendencia sexual: entre la homosexualidad y la heterosexualidad exclusivas, estableció una serie de grados de bisexualidad, considerados válidos hasta hoy.
Para lograrlo lo que hizo fue medir no sólo las experiencias, sino la reactividad hetero y homo de cada encuestado.
Los reportes establecieron que cerca de 46% de los hombres encuestados habían reaccionado sexualmente ante personas de ambos sexos en el curso de sus vidas, y 37% había tenido al menos una experiencia/respuesta homosexual.
Para acabar pronto, sus resultados tiraron abajo las pantallas morales de la época:
• la masturbación era una práctica universal desde los 11 o los 12 años,
• las relaciones prematrimoniales eran habituales, y
• el adulterio era frecuente.
En 2004 Liam Neeson protagonizó su biografía: Kinsey. Si no la viste, la película es divertida e interesante.
Aquí el tráiler:
