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Las endorfinas son una fuente de placer químico pret-a-porter que están en pausa dentro de nuestro organismo. El mandato de calidad de vida actual habla de muchas cosas que “debemos hacer”: tanto tiempo de ejercicio aeróbico a tantas pulsaciones de corazón por minuto, ingerir la vitamina tal y el suplemento cual, asistir a terapias breves o milenarias… pero, ¿qué hay de estas “hormonas de la felicidad”, gratuitas y fáciles de conseguir que, según parece, hasta prolongan la vida?

Las endorfinas se generan en la zona de placer del cerebro. Hay alrededor de 20 tipos de ellas distribuidas por todo el cuerpo, sobre todo en la glándula pituitaria. Se encargan de inhibir la transmisión del dolor al cerebro y de estimular sus centros de satisfacción.

Influyen en la modulación del apetito (¿has notado que cuando estás enamorado no tienes hambre?), y están relacionadas con la liberación de las feromonas (las hormonas sexuales que nos hacen atractivos), además de levantar las defensas contra las enfermedades.

¿Hace falta algo más para amarlas e ir por ellas? Hay muchas maneras de estimular su producción. Y el secreto no es ningún secreto: el placer atrae al placer, así que las actividades y actitudes satisfactorias harán que aparezcan un caudal de ellas y sea más fácil mantenerte así.

Las mejores formas de buscarlas son universales y gratuitas:

«Besos, ternura, qué derroche de amor…» El sexo, las caricias, sobre todo con amor o con emociones positivas incluidas en el intercambio, es una de las fuentes más preciadas de hormonas felices. El contacto es lo que importa. Si aún estás en la búsqueda de tu alma compañera, también sirve un buen masaje profesional o incluso un automasaje.

Mantente en contacto con la naturaleza. Ese viaje postergado al campo o la playa es realmente “medicinal”: la atmósfera del aire libre limpio estimula la producción de endorfinas.

Para empezar el día con todo, un buen café. Los expertos aseguran que incluso una hora y media luego de tomarlo, las endorfinas se mantienen altas.

«Una rosa es más que una rosa, es más…» Llena de flores y belleza tu entorno. Según estudios, tener un ramo de lirios en tu habitación o tu escritorio te pone de buenas, ya que contienen feniletilamina, un elixir aromático amigo de la liberación de estas morfinas endógenas, pero si no hay lirios, puede ser cualquier otra flor.

«Run, Forrest, run» Correr es una de las actividades más efectivas en la secreción de endorfinas. Por supuesto, también la práctica de otros deportes y el baile.

Sonríe, aunque no te estén filmando. «Las mujeres sonríen más que los hombres y viven un promedio de nueve años más, porque manejan mejor el estrés al generar más betaendorfina», dice el médico Lair Ribeiro, autor de El éxito no llega por casualidad. La risa influye notablemente en la química cerebral, y está probado que refuerza el sistema inmunológico.

Positivo en la línea del tiempo. Soñar con lo que quieres lograr en el futuro o revivir buenos momentos (escuchando música evocativa o viendo fotos), también «llama» a las sustancias alegres. La música que te guste siempre es útil en este plan.

Y para terminar feliz: relax. Al estar mente y cuerpo relajados, las endorfinas afloran mejor, en tiempo y forma. En este punto, la meditación es un elemento cada vez más indispensable en toda rutina diaria. Si tienes una vida muy estresada, ayúdate también con unos buenos baños con sales.

¿Parece demasiado fácil y práctico? Lo es. Prueba. Recuerda, la felicidad es un rompecabezas que vamos armando con la suma de muchos breves instantes.