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La gente que ríe espontáneamente en el momento del clímax combina dos sensaciones breves pero liberadoras. Tanto en el orgasmo como en la risa nos abandonamos al momento. Es el deseo de placer del cuerpo que se ve satisfecho gracias a nuestra entrega.

La risa está relacionada con el deseo. Si las fantasías sexuales son la respuesta de la imaginación a la inhibición, el sentido del humor es su arma secreta. Como explica Michael Bader, psicoanalista experto en temas de sexualidad: “El sexo nos genera culpa y vergüenza, de modo que lo que hacen las bromas es jugar con la culpa y la vergüenza, hacernos reír y permitirnos disfrutar. Es una forma de superación. La persona que bromea lo hace para controlar una situación que en cierto modo le inquieta o asusta”.

El humor y el erotismo van unidos, nos dice Bader, porque “ambos tienen un final delicioso. Y porque ignoramos cómo llegamos hasta él. El proceso es un misterio. Como ocurre con el sexo, una broma pasa por las fases de aumento de la tensión, estimulación y clímax. Y el clímax suele sorprender. Si no sorprende, no es divertido. Y genera una liberación repentina”.

Introducir diversión y creatividad infantil en nuestra vida sexual puede dar una nueva orientación al sexo, o puede hacer que nos retraigamos. De niños somos desenfadados por naturaleza, obscenos por naturaleza. Nos gusta el humor “grosero” y “jugar a los médicos”. Pero si crecemos en una familia que desaprueba el sexo, la picardía de la infancia puede tener consecuencias negativas. Si aprendemos desde niños a desconectar el sexo del juego, corremos el riesgo de perdernos parte de la experiencia sexual que puede poner una sonrisa en nuestros labios”.

Así que, cómo eres tú: ¿te ríes entre las sábanas?

Fuente: Inteligencia Sexual, Kim Kattrall