Cómo no iba a existir un museo al falo. Está en Islandia, y se llama Icelandic Phallological Museum.
Su curador, Hjörtur Gísli Sigurðsson, es todo un personaje. En una entrevista concedida a la revista Mental Floss, Sigurðsson aseguró que cada año el lugar es visitado por más de 20 mil personas.
“La reacción es 99.9% positiva. La mayoría de la gente le ve el lado humorístico y también capta el ángulo científico. La mayoría entra sin saber qué esperar y sale sonriendo o riendo.”
No hay nada pornográfico u ofensivo en el sitio, por el contrario, se trata de comprender la diversidad, dice el curador.
En la colección se encuentran diferentes objetos con formas fálicas, penes de animales y hasta un espécimen humano de un generoso donador.
¿Por qué hace falta un museo del pene, según su curador?
El mundo necesita muchas cosas. Paz, amor, sustento para todos, y además, un museo del pene –afirma Sigurðsson–. ¿Por qué? Hace que la gente piense sobre los tabúes. La misión del museo es llevar esos objetos y discusiones a la superficie. El propósito es educar y entretener.
Para el futuro, el museo se propone ampliar la colección y abrir una galería de arte con puras obras de formas fálicas.
Puedes ver fotos del museo, aquí